Prólogo

1 ¡Plaf!

Y así terminó su viaje errático. Quedó atontada por el golpe. Intentó levantarse; no pudo. Se había lastimado. La habíamos lastimado. Uno la levantó y la miró de cerca, curioso, con una mueca ladina en los labios. Ella movió las patitas e intentó escaparse, pero su captor la tenía bien asida. Vamos a ahogarla, dijo él. Vamos. La sumergió en un vaso de coca cola. La mosca se murió.




2 Jovencito

¿No? ¿Por qué no? ¿Quién carajo se cree para decir que no me conviene? Ahora voy y lo hago igual, y con más ganas todavía. A mí nadie me dice lo que no puedo hacer, si llegué a los ochenta vivo es porque sé cómo cuidarme. Un ticket para la montaña rusa, por favor.

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