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La anhela en su trayecto, viéndola deslizarse tan melindrosa, pegada a las paredes de vidrio verde, indolente y perezosa, ausente detrás del vidrio, siempre ausente. La espera, la última de boca roja; acaricia las curvas verdes, frías, y la mira con ojos febriles de madrugada, de insomnio y calles desiertas. La imagina, de cuerpo fuerte y fresco, o quizás sedosa y sutil, con perfume a robledal; la respira, y ella no termina de deslizarse, capitosa. Calla el silencio en la noche, callan una guitarra y un acordeón. Las luces titilan, mosquitas insidiosas danzando en manchones blancuzcos; los autos no transitan al costado del mundo. Y en el vacío frío de brisa indiferente, ella no acaba de aparecerse, tan linda, tan roja, reticentemente líquida, la última compañía de labios rubí, la última que no se asoma; la última, tan ausente.

2 comentarios:

  1. Una escritora incipiente, Gisel?
    Buen blog y buenos relatos!

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  2. me encanta lo que escribes
    es precioso...
    me ase sentir muchas cosas
    provocas que mi imaginacion vuele a mil...
    me encanta
    besos
    te estare leyendo

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