19 Un tiempo sin nombre

No existe el tiempo libre, y el ocio siempre fue un negocio (para todos).
- Hola -le grité, pero no me escuchó.
Se dio vuelta porque me sintió al acercarme. Todo parecía ser una prosa muy mala, muy berreta, de movimientos bruscos y dramatoides.
Me apretó el brazo con sus dedos ganzúa, metálicos, duros, demasiado fuertes. Yo los había oído sonar impacientes contra alguna mesa, demasiado fuerte. Mi carne era material maleable, casi inexplicable el hecho de que no se desparramara por el suelo, casi increíble esa contención en un cuerpo semi sólido. ¿Qué barreras había? Yo me sentía agua, estallando entre sus ganzúas y perdiéndome en un charco sobre el suelo. Yo no sentía nada definido, era agua. Pero las barreras, y sus dedos apretándome el brazo.
¿Cómo, un final? Un final es cualquier cosa. El problema no son los finales o los principios, sino la masa, lo que hay en medio. Nudo, desnudo, ese material moldeable, flácido, acuoso. Juntar el agua desde el suelo en una bolsa de plástico. El problema no es el nacimiento y la muerte, sino lo que está en medio. Nos quejamos de nacer y de morir sólo porque nos hace más conscientes de "la vida". Porque nos obliga a inventar excusas (lea, si no lo cree, la frase anterior, que cantada categóricamente, sigue siendo fantoche), a cobrar salarios, a pagar impuestos y encima, a buscar sentidos.
No piense, será feliz.
Otra mentira burda.
Ella me apretó el brazo, dijimos. Usualmente la cosa, para mí, quedaría ahí. Pero no, si no puedo hacer algo bueno, al menos escribo algo malo. Yo le di una trompada, como nunca había hecho en mi vida y como probablemente no voy a hacer. Mis brazos pesadillescamente elásticos apenas le dolieron, pero seguí, hice rewind, puse pause, apreté play. Una y otra vez, le pegué, le pegué, porque nunca le pego a nadie ni en sueños le pegué, y fue casi un loop pero en determinado momento ella se empezó a reír, como en las películas truchas, y yo paré pero no reí, me sentía tremendamente triste e inútil. Y ella no me abrazó, y yo no lloré, nos quedamos ahí hasta que me soltó y se fue, sin explicaciones. Caminó hasta el horizonte y la vi, no había sol en el cielo púrpura ni edificios en el suelo gris, era un gran desierto sin arenas ni árboles, como una ciudad sin edificios ni calles trazadas. La seguí, igual, con el rabo entre las patas, y le ladré. Pero cuando se dio vuelta seguía siendo ella, y yo era yo, era todo tremendamente aburrido e inútil, pero decirlo no tenía sentido. Me miró, ¿se rió?, era la risa, la perseguí con la lengua entre mis dientes, le lamí la cara, porque reía le llené de babas la boca, quería tragar esa risa, ahogarla en gorgoteos en mi garganta de hiena, apretarle el cuello con mis colmillos y desgarrarlo y sentir la sangre chorreante, muy gore, todo muy muy y tan tan, matarla para no tener que necesitarla más, para no seguir persiguiéndola. Sangre, sangre, sangre, pensé, ella lo supo, y siguió riéndose y me agarró con sus dedos ganzúa y un guiñapo, me hizo un bollito y me tiró de este otro lado de la pantalla, para que recordase que estaba sola frente a la computadora y que mi imaginación era una mierda, ni gore ni cul, mierda marrón y dura de perro fifi en una plaza moderna, verde, grande, culta, de zapatillas todas iguales. Una mierda sobre la que ni siquiera vuelan moscas. Entonces sí se rió desde mi adentro, si la había tragado yo ni me había dado cuenta, pero estaba ahí, era yo, era yo y se hizo un bollito y se tiró de este lado de la pantalla y desapareció sin estallido, se abrazó a sí misma hasta que no pudo más y entonces ya no la pude ver, ni sentir, estaba hueco, sonaba el reloj, se me clavaba el arco, era viernes, a la noche, el tiempo había vuelto a tener nombre, y final, finales escribe cualquiera, no se trata siquiera de encontrar palabras bonitas, sólo tiene que sonar a final, no tiene que terminar en ón o í, sino en algo neutro pero eufónico, preferentemente, según lo que te parezca a vos (y lo que te parece corresponde al gusto estándar), entonces elegís la palabra y las inutilidades, las escribís y ya, punto, punto final.

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