En el fragor de la noche, ruido de sábanas. Roce de telas, olor de cuerpo anudado en pitón de algodón. La batahola se eleva desde la tierra anunciando tristes batallas. Exánimes, ciérranse los ojos de jamelgo herido, prestos a descansar. Y cuando el clemente sopor envuelve los miembros, cual rabiosa venganza diurna, llora el despertador, lloran los hombres, claman al cielo. Pero no hay remedio. La respuesta es, invariablemente, así es la vida. Andá a yorarle a Magoya.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario