13 Cereza y limón

Se llamaba Carolina y era la hermana del medio en una familia que compraba helados al por mayor.
Eran helados de agua de colores.
A ella le gustaban los de crema, así que se empeñaba en no comer. Y claro, ellos sentían lástima ante la sacrificada inflexibilidad de la nena, así que cada uno, por su lado, le compraba helados de crema.
"Pero que no te vea nadie."
Ella disfrutaba cada helado detrás del árbol más ancho, oculta de la familia que comía los heladitos de agua en esos días de verano.
Un día la descubrió Pedro.
Los plañidos fueron insoportables; él también quería de crema, y ellos, cada uno por su parte, también cedieron.
"Pero que nadie los vea."
Todos los días, desde mi ventana, veía a los hermanitos saborear sus paletas. Y allá en la casa, con los helados de agua en la mano, el miembro de turno en la familia procuraba lograr que los otros -los otros que también mimaban a las criaturas- no descubrieran allá, detrás del árbol más ancho, a los dos que saboreaban algo que no era sólo fría agua de colores.

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