19 mail

Porque entre las hojas escribiéndose, solas,
y la depredación alada y los comentarios esos
cazados al azar, tan lejanos y bizarros
tan alienado el oído que los escucha con extrañeza,
mis manos no dan cabida a tantas cosas
y las oraciones quedan por la mitad:
olvidado el mensaje, desechado el papel
una, otra vez,
cantando una mujer, una urraca, un mirlo, una voz embotellada y tecleando yo,
súbitamente acallada esa felicidad rabiosa bajo una lámpara caliente,
desarmado el camino hacia el final
mientras un gato montés se pasea en mi cabeza
arañando los alrededores en punzadas de algo que se atreverían a llamar dolor:
las contradicciones aunadas tan exquisitamente en un mismo espacio,
el mundo resumido en un rincón infinito, colindante,
(no hay islas, hay mundos)
un clímax de punzadas en tercera persona,
una tercera persona mirando a las hojas escribirse, solas.

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