Mate con facturas, una sobremesa eterna de domingo lluvioso y tortas fritas. El viejo que espera al colectivo observa, tan lejos de todo y de casa, tan largo el viaje en el colectivo que no llega. ¿Irá a parar, el próximo que pase? Mirá los planteos que hacés, viejo, a esta edad; todavía podrías caminar un rato. Muchos años atrás aprendiste a llevar paraguas, por las dudas; la lluvia amainó un poco. Mirá los planteos que hacés, como si fueras el único con miedo a morirse solo y lejos de casa, de alguien; no sos el único que, avergonzado, no quiere aceptar, nombrar lo absurdo. Su ser amplísimo sesgado por el paso del tiempo, todos los caminos cortados en una encrucijada, creador y criatura velados finalmente, en una parada frente a la casa que miró con sus desaparecidos fantasmas, tan lejano, tan frío como la lluvia amarga, tomó el colectivo y miró por la ventana, desde afuera, el paso de las casas y de los años.
20,30 Expósito
Mate con facturas, una sobremesa eterna de domingo lluvioso y tortas fritas. El viejo que espera al colectivo observa, tan lejos de todo y de casa, tan largo el viaje en el colectivo que no llega. ¿Irá a parar, el próximo que pase? Mirá los planteos que hacés, viejo, a esta edad; todavía podrías caminar un rato. Muchos años atrás aprendiste a llevar paraguas, por las dudas; la lluvia amainó un poco. Mirá los planteos que hacés, como si fueras el único con miedo a morirse solo y lejos de casa, de alguien; no sos el único que, avergonzado, no quiere aceptar, nombrar lo absurdo. Su ser amplísimo sesgado por el paso del tiempo, todos los caminos cortados en una encrucijada, creador y criatura velados finalmente, en una parada frente a la casa que miró con sus desaparecidos fantasmas, tan lejano, tan frío como la lluvia amarga, tomó el colectivo y miró por la ventana, desde afuera, el paso de las casas y de los años.
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Pintura: Nollendorf Square (1912) Ernst Kirchner
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