21 Armisticio

En su desesperación, prometió serle fiel a cualquiera que lo descubriera. Por eso, cuando los bichos comenzaron a invadir la casa, los recibió gustoso. Veía en el movimiento de las antenitas y en los ojos vacíos muestras de amistad.
Realizó grandes banquetes de fruta y dulces, limitó definitivamente la limpieza a su propio cuerpo, y caminó con cuidado y sigilo por los pasillos oscuros y los recintos que olían a rancio. Fue ardua la tarea de acostumbrarse a esa vida tan sacrificada, pero triunfó, y pudo irse a dormir todas las noches sabiendo que estaba acompañado. Los bichos vigilaban su sueño.

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